“…porque Estado significa precisamente violencia, La dominación por la violencia, enmascarada, si es posible y , si es preciso, franca y descarada.” –Bakunin
Una gran verdad, hoy aún en el siglo XXI, la cita de Bakunin rebosa actualidad. El Estado ejerce la represión ya sea por métodos directos- ilegalización de organizaciones políticas y sociales, criminalización, detenciones, cárcel, censura, montajes policiales, represión sindical…etc- o métodos más sutiles, como puede ser la represión “mental”, es decir, aquella destinada a crear un pensamiento único a través de la manipulación informativa, seleccionar la información, utilizar la cultura, la escuela…etc.
Puestos a poner etiquetas a las diversas estrategias de represión por parte del Estado podríamos nombrar la que explicamos a continuación: “Represión escudada en la seguridad”. Desde los atentados en WTC, los Estados dominantes iniciaron una oleada represiva a nivel mundial iniciando guerras en el tercer mundo y abriendo una “cruzada” contra la libertad en el “primer mundo”. El aumento significativo de las medidas de seguridad, han ido cuartando progresivamente derechos elementales, de libertad e intimidad, con controles en aeropuertos, en monumentos nacionales, …etc. Este tipo de represión tiene un cáliz especialmente racista dirigida especialmente a personas de origen extranjero.
La “mental” siendo esta la más reciente y la que mejor resultado le da al poder, previniendo el surgimiento de oposición a su pensamiento único. En los centros de enseñanza, día tras día se nos instruye en la forma de pensar, adiestrando nuestra forma de ver el mundo, negando toda capacidad crítica o independiente. El poder extiende el pensamiento único canalizando todo pensamiento ajeno a sus intereses y llevándolo a su parcela donde poder transformarlo y utilizarlo a su antojo.
Para ello, entre otras cosas, maneja y convierte la cultura en un mero instrumento, en el que además de ser una mercancía que otorga importante beneficios económicos, resulta pieza clave en el control de la población.
A pesar de aplicar nuevos métodos de control, el Estado no podrá nunca desembarazarse de su mayor sustento, la violencia. Ejercida a través de los cuerpos policiales, con torturas a detenidos, cargas en manifestaciones,…etc. Cada día aumenta más la represión policial en los barrios obreros, llevada a cabo por la policía “secreta”, también denominada “policía de paisano”, sorprendiendo y acosando a la población de los barrios, pidiendo sin ninguna justificación la identificación, registros….etc. La represión estatal, puede llegar a alcanzar una complejidad extrema, siendo el caso de los montajes policiales, en los que actúan juntos tres pilares básicos del sustento del Estado: Jueces/as, Policía, y Medios de comunicación, uno ordena, el otro ejecuta, y por último, los Medios actúan como difamador frente a la opinión pública.
La represión se extiende a muchos ámbitos entre ellos al del terreno laboral. Los trabajadores/as que se organizan en sus centros de trabajo para sus derechos laborales y su dignidad frente a los diversos ataques de la patronal se ven expuestos a la coacción por parte de los empresarios: amenazas y ejecución de despidos, acoso y palizas por esbirros de sus jefes o golpeados y detenidos por las fuerzas represivas.
En consecuencia, la única vía posible de defensa y fuerza para trabajadores/as y estudiantes es mediante la organización, la solidaridad y el apoyo muto. La unión es la única fuerza que supera a la maquina represiva del estado; hemos de protegernos los unos a otros, apoyar a los compañeros reprimidos, y no ceder.