Manifestación: 20N a las 13h en <M> Ciudad Universitaria
Desde sus orígenes, los fascismos han surgido como herramienta de defensa de las clases más acomodadas para mantener sus privilegios a través de un discurso que, además, podía atraer a la clase trabajadora que podía confundirse con las reivindicaciones clásicas del socialismo de conseguir la igualdad social, es decir, de acabar con la existencia de las clases sociales, pero a través de un Estado totalitario, nacionalista e imperialista. Todo esto, por supuesto, con sus especificidades en función del territorio (fascismo en el Estado italiano, nacional-socialismo en el alemán o, fusionándose con las ideas más conservadoras, el nacional-catolicismo en el español).
Además de todo esto, vemos que el fascismo no ha desaparecido de las calles. Este noviembre se cumplen 20 años del asesinato de Lucrecia Pérez por un guardia civil y 5 años hace ya que un militar asesinaba al joven antifascista Carlos Palomino, lo que nos demuestra que el fascismo, además de servir para expresar los odios de la clase dominante contra los pobres y marginados, contra los oprimidos, y expresar también sus ansias de dominación, actúa como control social, impidiendo el surgimiento de ideas emancipadoras allí donde campa a sus anchas y entre sus objetivos siempre ha estado la Universidad, donde buena parte de la juventud crítica venimos a estudiar y nos encontramos la propaganda confusionista de organizaciones de marcados carácter fascista como Liga Joven, rama juvenil del fascista Movimiento Social Republicano o de Respuesta Estudiantil.
Asimismo, desde hace años, venimos asistiendo a un auge del fascismo en las instituciones de la Vieja Europa: los estados austriaco, francés, húngaro… a los que ahora, en tiempo de crisis, vemos como se añaden estados como el sueco, el finlandés o el griego. También aquí, en el Estado español, vemos esta situación aunque no tan evidente. Este auge no es repentino, sino fruto de un sistema socioeconómico injusto, que atrajo a la inmigración porque necesitaba mano de obra barata puesto que las luchas de la clase trabajadora habían aumentado mucho el coste de los salarios en comparación con otras regiones del planeta. Asimismo, desde antes de que empezara la crisis y en especial desde que ésta empezó, el sistema, a través de sus medios de comunicación, ha ido señalando a la inmigración como responsable de buena parte de nuestros problemas: delincuencia, paro… el viejo cuento de que nos quitan el trabajo porque no tienen otra cosa que comer y nuestros caritativos empresarios, en su inmensa bondad, les explotan por un salario aún peor que el nuestro.
Aún así, aunque la presencia del fascismo en las instituciones nos parezca algo lejano, no debemos olvidar que buena parte del régimen franquista continuó en el poder a través de los partidos legalizados: UCD (posteriormente CDS), Alianza Popular (posteriormente PP), PSOE… Asimismo, vemos que la presencia de la extrema derecha en el Estado queda suavizada por la fascistización del gobierno, con un aumento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, su brazo armado, que apenas ha tenido freno desde que empezó la crisis y a las que hemos visto persiguiendo a los trabajadores, reprimiendo, evidenciando la ruptura social entre nosotros y ellos, como las detenciones arbitrarias y los controles contra la población migrante; la aprobación de reformas como el nuevo Código Penal que busca perseguir y reprimir la respuesta que se da a las agresiones del Estado, o la reforma laboral que además de perjudicar nuestra situación de explotación y sometimiento a la esclavitud asalariada, nos condena a trabajar incluso si queremos cobrar el paro: es decir, trabajamos, cobramos y para conseguir parte de ese sueldo que se nos ha ido en impuestos a la seguridad social, tenemos que volver a trabajar, sin que nos genere nuevos ingresos (es decir, trabajar gratis); incluso, vemos un discurso xenófobo que se cuela en grandes partidos como el PP, PSOE o UPyD, por poner algunos ejemplos.
Sabemos que no vivimos en un Estado fascista, pero ya lo dijo el político burgués decimonónico Juan Donoso Cortés “Cuando la legalidad basta para salvar a la sociedad, la legalidad; cuando no basta, la dictadura”, entendiendo por sociedad esta sociedad de clases, capitalista, sociedad jerárquica y autoritaria y es que la historia del recién terminado siglo XX nos demuestra que esa sigue siendo la mentalidad de quienes nos dirigen. Vemos, pues, que el fascismo es fruto directo de la lógica autoritaria que sufrimos y contra ello nos queda nuestra organización para plantar cara y derribar este sistema autoritario, origen de la desigualdad social y de monstruos como el fascismo.
Por ello, convocamos este 20 de noviembre a las 13h en la boca del metro de Ciudad Universitaria para mostrar nuestra repulsa a este sistema y el fascismo como su máxima expresión.