Falsos mitos del anarquismo II: acción directa y autogestión

 

La ideología anarquista ha originado siempre una fuerte controversia entre la clase dominante a lo largo de la historia. Los anarquistas han sido víctimas de ataques de todo tipo, y no solo de la feroz represión con la que se encarceló, asesinó y persiguió a los libertarios, sino que también se realizaron grandes campañas de desprestigio por parte de los Gobiernos, la prensa e incluso otros sectores contestarios. Se les acusó de violentos y asesinos, llegando a ser nombrados como “bandidos con carné” refiriéndose a los miembros del sindicato anarcosindicalista CNT-AIT.

En la actualidad, el anarquismo sigue siendo objeto de erróneas interrpretaciones, asemejándolo al desorden, al caos y a la violencia debido a las calumnias y ataques que por parte de los medios de comunicación, como fieles voceros del Capital, emprenden contra los partidarios de este movimiento.

En el presente escrito, pretendemos explicar a grandes rasgos en qué consiste el ideal anarquista que el pueblo trabajador abrazó en muchas ocasiones a lo largo de la historia, buscando así la consecución de un mundo más justo y libre, donde ninguna injusticia tuviera cabida, desmintiendo así algunas de las principales mentiras con las que se criminaliza a los anarquistas.

El segundo folleto de la serie “Falsos mitos del anarquismo” abordará dos cuestiones fundamentales de la ideología anarquista: la acción directa y la autogestión.

Acción directa

“Cada persona que alguna vez haya planeado hacer alguna cosa, y fue y la hizo, o que haya presentado un plan a los demás y ganado su cooperación para hacerla con ellos, sin tener que dirigirse a autoridades exteriores a pedirles que por favor la hicieran por ellos, ha sido practicante de la acción directa. Todos los experimentos cooperativos son esencialmente, acción directa. Toda persona que alguna vez en su vida haya tenido que resolver una diferencia con otra persona, y se haya dirigido directamente a la otra u otras personas involucradas para resolverla, ya sea de manera pacífica u otra, era un practicante de la acción directa.” -Voltairine de Cleyre

La acción directa es la base de toda acción que se reclame anarquista. Los libertarios, parten del supuesto, de que la acción de lucha, resolver un determinado problema y, en general, toda cuestión o problemática que surja en nuestra vida cotidiana debe ser abordado por los propios implicados. La acción directa es por tanto el ejercicio de la libertad y la responsabilidad de un individuo o un colectivo de personas que deciden solucionar sus propios problemas sin delegar en nadie ajeno al propio conflicto. En contraposición a la acción directa, se encuentra la “acción política” o “mediada”. Esperar que otros solucionen tus problemas (liberados sindicales, parlamentos, políticos, representantes de alumnos, instituciones…) supone renunciar a tus propias capacidades y dejar que otros decidan por ti.

La acción directa suele ser vinculada con grandes disturbios u otras acciones que revistan un alto grado de violencia. Es una interpretación errónea, creada desde el poder para desprestigiar el concepto y al anarquismo. La acción directa puede ser desde realizar un sabotaje en un conflicto sindical hasta solventar una disputa con nuestro vecino a través del diálogo y la comprensión sin recurrir a terceros (policía, jueces, etc.). La acción directa por tanto, hace a quien la emplea un ser responsable y consciente de sus propias capacidades. Engrandece y desarrolla las capacidades de aquellos que la emplean y les hace comprender que no necesitan de guías, líderes o “vanguardias” que marquen como deben actuar o que les solucionen sus problemas. La acción directa es una herramienta de los oprimidos para liberarse del yugo de los opresores a la vez que forja a individuos plenos, responsables y conscientes.

Autogestión

“La autogestión de la que hablan los anarquistas es la autogestión integral, que supone no sólo la toma de posesión de la tierra y los instrumentos de trabajo por parte de la comunidad laboral y la dirección económica y administrativa de la empresa en manos de la asamblea de los trabajadores, sino también la coordinación y, más todavía, la federación de las empresas (industriales, agrarias, de servicio, etc.) entre sí, primero a nivel local, después a nivel regional y nacional y, finalmente, como meta última, a nivel mundial.” – A. Cappelletti

La autogestión es sin duda uno de los pilares básicos de la ideología ácrata. El término ha tenido una gran relevancia no solo entre los medios libertarios, sino que ha sido asumido por muchas otras corrientes de pensamiento ideológicas. Esto ha conllevado que el término “autogestión” haya sido recuperado y vaciado de su significado original. La autogestión implica que sean los trabajadores mismos quienes gestionen la producción y la distribución de todo aquello que la sociedad necesite, que exista la coordinación entre las distintas asambleas de producción, distribución, de barrio, de pueblos, de colectividades, etc, mediante el federalismo o el libre pacto, asegurando así la horizontalidad e igualdad en la toma de decisiones. Es el control absoluto de las necesidades económicas de la sociedad por parte de las personas. La autogestión implica que los trabajadores en su conjunto son los que deciden no ya solo cómo producir, sino también qué producir, guiados por el sentimiento de solidaridad y apoyo mutuo. Por lo tanto, no se trata de “autogestionar las fábricas de la ciudad del capitalismo”. Es decir, sería ridículo autogestionar centrales nucleares, así como todo tipo de producción propia del capitalismo desbocado. Autogestión no es sin embargo, un modelo económico mixto donde los trabajadores de una determinada empresa (de servicios o industria) tienen cierto control que es compartido con los propietarios o con el Estado. Eso a lo sumo es “cogestión”. En este modelo el capitalismo sigue existiendo: la propiedad privada se mantiene (en manos del empresario o del Estado); se sigue produciendo bajo criterios económicos en los que se busca la acumulación, la rentabilidad, competitividad y egoísmo no con el objetivo de producir para las personas, sino en la búsqueda de beneficios; sigue habiendo una retribución asalariada para los trabajadores y en consecuencia, se sigue produciendo el fenómeno del plusvalor (a los trabajadores se les roba parte del valor de lo producido en forma de impuestos o en cualquier caso, no reciben todo el valor de lo producido); se mantienen la estructura clasista (hay trabajadores-productores y empresarios o estados parásitos); y en definitiva, la empresa “cogestionada” está inserta en la sociedad del Capital y el Estado y nunca es completamente ajena a sus normas.

La autogestión es también un criterio que supera la producción económica. Los colectivos, federaciones, grupos, sindicatos… que se declaren anarquistas o anarcosindicalistas, practican ya la autogestión. Es decir, sus integrantes gestionan el colectivo al que pertenecen, libre de interferencias del Estado (subvenciones, imposición de normativas…) Son los propios integrantes del colectivo los que sacan adelante el proyecto y lo financian con las fuerzas a su alcance.

Esto es lo que somos, anarquistas. Somos personas corrientes, trabajadores y estudiantes. Planteamos nuestra alternativa y nuestro análisis desde la humildad, sin manipulaciones de ningún tipo, planteando nuestras principios, tácticas y finalidades en el día a día, procurando vivir lo más acorde posible dentro de la corrupta sociedad capitalista con los valores éticos libertarios. Nuestros medios actúan en concordancia con nuestros fines, intentamos hacer de nuestras aspiraciones una realidad en nuestra vida cotidiana y en nuestra forma de lucha. Por más que se nos persiga, señale y difame no abandonaremos el camino de la lucha ni nuestro ideario y no cesaremos en el empeño hasta la instauración de un régimen de libertad donde no tenga cabida ningún tipo de explotación ni dominación. Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones.

JUVENTUDES LIBERTARIAS DE MADRID – FIJL 

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